“…grandes ganancias a sectores reducidos
promoviendo otra gigantesca fuga de capitales, que servirá para evadir y
proteger esas ganancias en los paraísos fiscales y posiblemente, para muchas
multinacionales, compensar las pérdidas que la crisis les ha producido en otros
lados” Prof. Mario Rapoport
FOTO: REVISTA BARCELONA
La lógica imperante en el modelo
macrista es la búsqueda y apropiación inmediata de la ganancia a como dé lugar,
cubriendo los déficits que ellos mismos generan con endeudamiento, aprovechando
la alta liquidez internacional, que a su vez es el camino para que los sectores
más favorecidos del modelo adquieran las divisas y fugarlas a posteriori.
Devaluaron violentamente no bien
asumieron (el dólar pasó a valer de $ 9,70 el 9 de diciembre de 2015 a $ 13,90
el 31 de enero y a $ 15,80 el 28 de febrero de 2016) y le quitaron las
retenciones a las exportaciones (disminuyendo la de la soja), redujeron los
impuestos internos para la compra de autos de alta gama y artículos de lujo,
incrementaron fuertemente las tasas de interés, acrecentaron sideralmente las
tarifas de la luz, del gas, del agua, de las comunicaciones. Se endeudaron irresponsablemente, como
gráficamente lo expresara el primer ministro de economía de Kirchner, Roberto
Lavagna: “El Kirchnerismo para resolver 90 mil millones de dólares, emitieron
35 mil, el gobierno de Macri para resolver menos de 5 mil millones, emite
12.500 millones”.
Y hacia el futuro inmediato, en
la ley 27.260 que va a permitir pagar jubilaciones extraordinarias a costa de
todo el sistema previsional, reduce severa y tajantemente el impuesto a los
Bienes Personales (patrimonio de las personas), eliminan a partir del año 2019
el impuesto a los activos de las empresas (Impuesto a la Ganancia Mínima
Presunta), derogan el impuesto a los dividendos (ganancias) por la compraventa
de acciones en mercados financieros del exterior, permiten un “blanqueo” sin la
obligación de repatriar los capitales no declarados, y como postre para
terminar de desfinanciar el sistema, la venta de las acciones del Fondo de
Garantía de Sustentabilidad de la ANSeS.
En efecto la ley ómnibus recorta
beneficios a quienes tienen sentencia firme y a quienes están litigando, puede
desatar miles de juicios de aquellos que no fueron contra el Estado y ahora ven
la posibilidad de obtener un resarcimiento por esa vía -para lo cual tienen
todo el derecho-, expulsa de la jubilación plena a quienes fueron víctimas del
trabajo en negro y no pudieron completar aportes, especialmente a las mujeres,
consume la rentabilidad del FGS, que no podrá utilizarse para otros fines, y
compromete la sustentabilidad del sistema jubilatorio en su conjunto al asumir
compromisos que no se sabe si se podrán cumplir. Paralelamente la propuesta de
blanqueo de capitales en medio del descubrimiento de cuentas offshore en Panamá
y Bahamas entre las que figura el Presidente, su familia, y otros funcionarios
del gobierno y del partido político que lo llevo a la presidencia, es coherente
y se amalgama con la posibilidad de vender las acciones de empresas privadas en
poder de la ANSES a partir de la nacionalización de las AFJP. Entre otras con
acciones en poder de la ANSES figuran empresas del grupo Techint (Siderar); de
Aluar; el 9% del paquete accionario del Grupo Clarín; Molinos Río de la Plata;
las empresas distribuidora de gas; de energía eléctrica; Endesa; Cresud;
Central Puerto SA; IRSA; Ledesma SA; Alpargatas SA; Solvay; Quickfood;
Consultatio; Holcim; y Mirgor. Y los bancos Macro (con el 24,6% del paquete
accionario), BBVA Francés, Banco Patagonia, Galicia, e Hipotecario, el volumen
de acciones en poder del organismo dentro del Fondo de Garantía de
Sustentabilidad (FGS) superarían a septiembre de 2016 los $ 90.000 millones,
que indefectiblemente será utilizados para ese fin.
Una clara muestra de la
irresponsabilidad, desconocimiento e improvisación del gobierno es la
Resolución 28/2016 del Ministerio de Energía y Minería por la que se aprobó un
nuevo cuadro tarifario para la boca de pozo del gas incrementando el Millón BTU
de U$s 2,60 a U$s 4,50 o U$s 5.- según la cuenca, que sumado al precio de los
distribuidores y a la devaluación realizada implicó un aumento sideral de las
tarifas, que al no ser convalidado por la Corte Suprema de Justicia al no
haberse realizado las correspondientes audiencias públicas, tuvieron que
frenar, pero es obvio que tienen toda la intención de una manera u otra de
aplicarlo y así lo hacen subrepticiamente y lo plasmarán en el año 2017, sobre
todo después de las elecciones de medio término de ese año.
El gobierno de Macri solamente
puede superar la restricción externa y las inconsecuencias del modelo que
aplica, endeudándose y ofreciendo pingues negocios al capital más concentrado,
no existe y en ese marco no puede existir proyectos de inversión
productiva, se prioriza lo financiero, a
costa de un mercado interno que se achica, se concentra y se extranjeriza, con
lo que condena a amplias franjas de la
población a la desocupación y a la pobreza, con un efecto anestésico por el
ingreso de dólares para un sector de la población, pero insustentable en el tiempo.
Se realizó una importante
depreciación de nuestra moneda y como las grandes empresas formadoras de
precios los acrecentaron, el incremento de los mismos absorbió gran parte del
ajuste cambiario inicial de modo tal que en enero de 2017 el valor del dólar
favorece la compra en el exterior de bienes finales (sobre todo de consumo y de
consumo para los sectores más pudientes de la sociedad, como lo demuestra la
importación record de autos de alta gama del año 2016).
La administración de Macri busca
consolidar un modelo de acumulación a favor del gran capital (nacional y
extranjero). Posibilita la fuga de capitales, de allí que el 16 de diciembre de
2015 eliminaron el mal llamado “cepo” cambiario y permiten cada vez más y
mayores compras de divisas a particulares y a empresas (que Argentino de a pie
puede adquirir U$s 5.000.000.- por mes), generando una fuerte caída del consumo
popular (y con ello del Producto Bruto Interno) e incrementando el déficit
fiscal y comercial que cubren con un cada vez mayor endeudamiento, camino que,
como se ha dicho y a demostrado la historia de nuestro país, solo sirve para
enriquecer a la minoría dominante, y a su vez los deja a ellos como únicos
contactos y confiables al capital extranjeros para renovar esos créditos que se
emplean mal (en realidad se convierte en el vehículo de la fuga de capitales) y
que no se necesitan.
El final de la película ya lo
conocemos, nos lo dice la historia y lo hemos vivido, en la crisis de 1890 y de
1930, y que tras el golpe militar de 1976 se acorta en períodos de siete años
promedio: 1982, 1989, 1995, 2001/2 y que por el gobierno de los Kirchner de
defensa del mercado interno no se había hecho presente pero que si lo será en
un futuro inmediato por las condiciones creadas por la administración macrista.
La voluntad política expresada
por el Presidente de llevar a la Argentina a la Alianza del Pacífico, un bloque
que se caracteriza por sus elevados niveles de apertura a las importaciones, y
a un acuerdo del Mercosur con la Unión Europea, demuestra que no solo no se
defiende el mercado interno, sino que se obliga a nuestra industria a competir
en forma desigual propiciando el cierre y fusión por absorción por grandes
empresas, esencialmente extranjeras. Si sabemos que las pymes son las
principales creadoras de puesto de trabajo se vislumbra lo mismo que antes fue,
desocupación y crisis para obligar a reducir los salarios en moneda dura.
La mentira de la productividad y
de la necesidad de la economía de escala nace de la misma debilidad ideológica
del macrismo, de no defender el mercado interno y el trabajo nacional, creyendo
en la perogrullada de las leyes del mercado. El mercado por definición es donde
se unen oferentes y demandantes de un mismo bien o servicios, sin tener en
cuenta la magnitud de uno y otro, por ende, en una economía abierta como la
nuestra, donde existen grandes operadores (tanto para la compra como para la
venta) los precios de todos los bienes y servicios, incluidos los factores de
producción (trabajo, máquinas y equipos, insumos, energía, etc.) quedan
determinados por los capitales más importantes. La única lógica que conocen los
capitales es la de generar la mayor tasa de ganancia, y en el caso del capital
financiero, que la misma se obtenga en el menor tiempo posible, por ende se
supedita lo que vamos a producir, cómo, de qué modo, como juega en ello nuestra
fuerza de trabajo, nuestra inserción en el mundo, nuestro presente y nuestro
futuro (e incluso la lectura del pasado) en esa lógica primaria, elemental, casi secreta, donde la primacía la determinan
esos grandes capitales que solo ingresan al país si se le asegura (de allí la
confianza de los mercados y la seguridad jurídica que propician) el
cumplimiento estricto de la maximización de la ganancia y la minimización de
los costos.
En esa lógica la tasa de interés
es decisiva y fundamental, solo se emprende aquellos proyectos de inversión que
superen la tasa de interés (con lo que se supedita la economía real a la
financiera), lo que se agrava porque
paralelamente, la tasa de interés de la deuda es mayor que la tasa de
crecimiento de la economía en dólares con lo que es inexorable el crecimiento
del peso de la deuda sobre el PBI, entonces el “alegre” endeudamiento que
incurre el gobierno debe pagarse con un PIB que no crece, por un lado, y por el
otro nos preguntamos: Qué proyectos de balance comercial positivo hay detrás de
cada esquema de financiamiento que “alegremente” se obtiene; de otro modo no se
puede pagar la deuda y menos pagar las importaciones necesarias, con lo que el
modelo es insustentable, dura mientras no se deba hacer frente a los servicios
de una deuda cada vez mayor y asfixiante.
La apariencia de equilibrio y generación de negocios persiste mientras
ingresan capitales[26], y se puedan cancelar y renegociar títulos de deuda,
pero una vez agotada las ventas de activos públicos (por ejemplo la venta de la
participación del Estado en el Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la
ANSeS) y privados, el ingreso de
blanqueos y condonaciones de todo tipo, presionar a las provincias para
facilitar y ampliar la compra de tierras por empresas extranjeras, después de
esos ingresos, como pasó con las privatizaciones de Menem y Cavallo, queda un
modelo incapaz de sustituir importaciones y producir bienes con alto valor agregado.
Ingresan dólares financieros
(deuda, blanqueo de capitales, extranjerización de la economía) pero en forma
sistemática las importaciones superan a las exportaciones y a la vez, se debe
hacer frente al cada vez mayor pago de los intereses del endeudamiento, con lo
que se incurre en un déficit cada vez mayor de la cuenta corriente de la
Balanza de Pagos, que, como ha pasado en el año 2001, por más renovación de
deuda y/o plan canje que presenten, los acreedores impondrán peores condiciones
y mayores tasas de interés, hasta que llega un momento en que se retiran en
bandada.
Si a todo lo dicho le sumamos el
accionar del Banco Central bajo la presidencia de Federico Sturzenegger, de
fijar metas inflacionarias y que se readecue toda la economía a las mismas, en
la creencia que al restringir la cantidad van a limitar el crecimiento de los
precios, sin contemplar que los que fijan los precios son los grandes
empresarios que tienen mercado cautivo o semi cautivo, como son los casos, por ejemplo, de los combustibles o el
de generación y distribución del gas o de la electricidad.
Que dicha esterilización de
dinero se sostiene colocando títulos de deuda del BCRA para absorber liquidez,
y que implementó el gobierno anterior para financiar al Tesoro de la Nación, en
cambio el macrismo, aun endeudándose para subir artificialmente las reservas
internacionales, esterilizan al 28/12/2016, siempre según datos oficiales, el
77,52% de la base monetaria (que es la cantidad de dinero creada y puesta en
circulación por el BCRA), solo para que el mismo no vaya al público, ya sea
para el consumo (lo que subiría la inflación en su mentalidad), o a la compra
de divisas. Las LEBAC – Letras del BCRA- totalizan al 28/12/2016 la suma de $
629.320 millones, cuando la Base Monetaria a esa fecha era de $ 811.800
millones, y se incrementaron en ese lapso en un 112,5% (Las LEBAC totalizaban
al 09/12/2015 la suma de $ 296.181 millones).
Es por eso que, en lo inmediato,
en el día a día, la administración de Macri trata de frenar la inflación con
endeudamiento (externo e interno) y colocando Letras del Banco Central (LEBAC)
a tasas astronómicas, incrementando exponencialmente la deuda externa e interna
del Gobierno[27]. Trampa generada por
ellos mismos, por su propia concepción e impericia, el ejemplo de las LEBAC
(que comenzaron con una tasa del 35,25% el martes 24 de mayo 2016), y va
descendiendo paulatinamente (el 31/08/2016 cortó a 28,25% anual para el plazo
de los 35 días y al 28/12/2016 lo hizo al 24,75%) y no puede ser menor porque
en el mercado a futuro del ROFEX (Mercado cerealero de Rosario) está acordado
el valor del dólar a $ 17,90 para julio de 2017 y de $ 19,35 para noviembre
2017, cuando el valor tipo vendedor del día 28/12/2016 fue de $ 16,15, de allí
se desprende que la tasa anualizada de
las LEBAC debe ser mayor que la depreciación esperada punta contra punta, de
12,5% para julio 2017 y del 21% para noviembre 2017.
En síntesis, en un año de gestión
como Presidente de la República de Mauricio Macri se ejecutó una brutal
transferencia de ingresos a favor de los que más tienen a través, primero, de
la combinación de la devaluación y la quita y/o reducción de las retenciones a
los grandes productores y comercializadores de granos, y a las empresas
mineras; segundo, durante el año beneficiando
al capital financiero con las LEBAC
(Letras del BCRA) y otros activos púbicos con tasas de interés mayor que la
depreciación del dólar (Por ejemplo las LEBAC pagaron en promedio en el año
2016 una tasa cercana al 32% anual y el dólar punta contra punta se incrementó
solamente el 21%); y tercero y fundamental, a
las grandes empresas que subieron sus precios en torno al 50% castigando
a la población y a las Pymes que deben
comprarle insumos a ese valor y/o venderle a precio vil (acero, aluminio, petroquímica,
cemento, gas, electricidad, combustibles, el precio a la población de la leche,
de la carne, de la harina, de la yerba, del aceite, de los medicamentos, etc.
etc.) .
En ese marco la economía cayó
fuertemente (no menos del 3% del PIB como quiera medírselo), se perdió riqueza
por un valor equivalente a no menos de U$S 16.500 millones, pero como hubo
puntuales beneficiados por la transferencia de ingresos como dijimos en el
primer párrafo, es claro que el resto de la población, la Argentina de a pie,
perdió lo que ganaron los otros, más la caída del PIB.
Un año de gestión y genera graves
problemas en las economías regionales, lo demuestran los cierres de tambos, el
“regalo” desesperado o dejar que la planta se pudra de los pequeños y medianos
productores de la fruta y de las hortalizas y verduras ante los precios menores
que los costos por la suba del combustible y demás insumos; 190.000 despedidos
formales (trabajo en blanco con aportes previsionales y sociales) en el año
(unos 122.000 puestos en el sector privado -industria, construcción, comercio,
etc.-. y unos 68.000 en el sector público nacional, provincial y municipal),
sin contar la suspensiones, vacaciones
anticipadas, reducciones de horas de trabajo, eliminación de las horas extras,
etc. etc. que suman personas de a miles; caída en la Inversión Bruta Interna
Fija que perforó el piso del 18% del PIB; caída del consumo (y de las
ventas); las exportaciones se
mantuvieron gracias a que sabiendo la devaluación de más del 40% del inicio de
la gestión de Macri (un dólar de $ 9,70 al 9 de diciembre de 2015 a $ 13,90 al
31 de enero y de $ 15,80.- al 28 de
febrero de 2016) se vendió parte de la cosecha retenida, pero las importaciones
crecieron más (y sobre todo de bienes finales lo que compite con nuestra
producción).
En ese marco cuál es la prioridad
del gobierno, bien por un lado y a través del Comunicado “A” 6128 del BCRA le
permite a las entidades financieras incrementar la tenencia de dólares del 15
al 25% de su patrimonio; por otra parte,
no bien asumió Macri le autorizó a las empresas exportadoras tomarse hasta 365
días para liquidar una operación, ahora y desde el primer día hábil de 2017,
primero las exportadoras de servicios (royalties o patente, turismo, servicios
profesionales de todo tipo, correo, fletes, seguros, etc.) no tienen ningún
límite de tiempo para ingresar al país los dólares que reciben por esos
servicios, y después los exportadores de mercancías (bienes) tienen hasta 10
–diez – años para liquidar sus exportaciones en el mercado local (pasar de
divisas a pesos); finalmente, como regalo de fin de año, le reconoce y le paga
a TRASENER SA (donde tiene participación el Estado y también EDENOR del grupo
Mindlin) la suma de $ 2.014 millones, y a las distribuidoras de gas (Metrogas,
Litoralgas, Gasnor, Gasnea, Gas Natural Ban, Gas del Centro, Gas Cuyana,
Camuzzi Gas del Sur y Camuzzi gas Pampeana) le transfiere $ 3.450 millones por
no haber podido ajustar las tarifas todo lo que las mismas pedían.
Por supuesto que semejante
dislate y muestra cabal de incompetencia de la administración de Macri, se
refleja en:
a) Un déficit fiscal de $ 544.000
millones, esto es aproximadamente U$s 34.000 millones, el 6,2% del PIB. La
administración de Macri Incrementó el presupuesto original en un 46% (por
supuesto que encima sub ejecutó en salud, en educación, y en obra pública), y lo hizo sobre todo en
el rubro deuda, en donde los intereses de la misma sumaron $156.872 millones en
once meses, un 93,4% más que lo devengado un año atrás, de acuerdo a las cifras
de ASAP, monto que no pudo ser
compensado por el ingreso de las multas del blanqueo de $ 82.000 millones (Unos
U$s 5.100 millones, aproximadamente el 1% del PIB). Que la mayor parte del ingreso de la multa
del blanqueo de capitales se destine al pago de los ajustes de los haberes de
jubilados y pensionados forma parte del gasto público, donde obviamente se
incrementó también las erogaciones previsionales, sin que ello signifique una
mejora para los que menos ganan (también allí el sello de clase de Macri).
b) La deuda cuasi fiscal de la
gestión de Macri, reflejado en la LEBAC (Letras del BCRA) asciende a $ 333.139
millones, con lo cual el pasivo no monetario del BCRA al 28/12/2016 es de
$629.320 millones, convertidos a dólares aproximadamente unos U$s 39.300
millones (el 7% del PIB) que devengó intereses este año por el equivalente a
U$s 11.000 millones (suma mayor de lo que ingresó al fisco nacional por la
multa del blanqueo de capitales)
La suma del déficit fiscal (6,2%
del PIB) y de la deuda cuasi fiscal o del BCRA (7% del PIB) asciende a 13,2%
del producto bruto interno, de los cuales la gestión de Macri es responsable
del aumento en un 5,4% del PIB y también,
obviamente, que el mismo descienda no
menos de 3% en el año 2016.
c) Deuda: La deuda contraída por
el gobierno de Macri del año 2016, tanto en pesos como en dólares, pero
convertida toda en divisas norteamericanas al tipo de cambio oficial, implican:
1) Intereses de las LEBAC por no
menos de U$s 11.000 millones
2) Déficit Fiscal del año 2016
por el equivalente a U$S 34.000 millones
3) Reconocimiento y pago de
deudas con los fondos buitres y otros por U$s 18.655 millones
4) Se le resta la multa ingresada
por el “Blanqueo” de capitales de $ 82.000 millones en su equivalente en
dólares de U$s 5.100 millones
Lo que conforma un total de deuda
nueva por U$s 58.500 millones como mínimo, cuando la deuda al 31/12/2015
reconocida por el gobierno de Macri y publicada en la página web de la
Secretaría de Finanzas de la Nación ascendía a U$S 222.703 millones (de los
cuales casi el 57% era deuda intra sector público nacional), por lo que en un
año aumentó el endeudamiento externo en un 26%
También, obviamente, es impensable que se pueda volver a repetir,
primero porque ahora el nivel de deuda es mayor; segundo el ingreso de la
multas del “blanqueo” es por una sola vez; y tercero y el más importante dato,
que el riesgo de devolución de los créditos se incrementa potencialmente cuando
la suma de los déficit fiscal y de la deuda cuasi fiscal supera el 13% del PIB
para un país como la Argentina, que tiene déficit en su cuenta corriente de la
Balanza de Pagos y que su población tiene en cuenta que el valor del dólar (su
tipo de cambio de referencia) está atrasado y que son mucho más baratos los
productos de los países vecinos y persistentemente compran dólares como ahorro,
como lo demuestra los U$s 26.060 Millones adquiridos en el año 2016 que nos
informa el MULC (Mercado Único y Libre de Cambio de la Argentina).
Esa compra sistemática de dólares
por la población local explica porque ante semejante deuda contraída y la
colocación de LEBAC para captar divisas, sin embargo las reservas
internacionales del BCRA (siempre usando los número oficiales) han aumentado
solamente en U$s 14.112 millones, cuando solamente tomando en cuenta los LEBAC,
dichos títulos lo hicieron en $ 333.139 millones que es el equivalente a U$s
21.000 millones, quiere decir que si los bancos dan señales de deshacer su
posición en LEBAC, el efecto de la corrida cambiaria sería el fin de las metas
inflacionarias y cuantas estupideces repite el exotérico presidente del BCRA.
Si realmente se quiere propiciar el crecimiento de la economía la consistencia macroeconómica fundamental es la combinación de un tipo de cambio alto con bajas tasas de interés, como lo demuestran los países asiáticos que crecen a tasas sostenidas: China, Corea del Sur, Vietnam, Tailandia, Indonesia, etc., exactamente a la inversa del modelo macrista.
Las inconsistencias del modelo
propiciado por la administración de Macri generan un proceso de retroceso
perpetuo, en el que desciende aún más la elasticidad empleo –producto, ante un
PIB que decrece y genera una mayor tasa de desocupación; se ahoga a las Pymes
de todo tipo y a las economías regionales, lo que impacta negativamente sobre
el empleo y las cadenas de pago; y ante la menor actividad, cae la recaudación
tributaria y se agranda el déficit fiscal.
El economista y Presidente del
Banco Central de Chile cuando era Presidente Salvador Allende, Dr. Carlos
Matus sostenía: “El mercado es de vista corta, no resuelve
bien los problemas de mediano y largo plazo; es ciego al costo ecológico de los
procesos económicos; es sordo a las necesidades de los individuos y sólo
reconoce las demandas respaldadas con dinero; el hambre sin ingresos no vale;
es deficiente para dar cuenta de las llamadas economías externas, es decir
cuando hay costos o beneficios indirectos; es incapaz de lograr el equilibrio
macroeconómico; opera torpemente cuando en el sistema dominan los monopolios,
se cierra la entrada a nuevos competidores y las economías de escala son
discontinuas; no puede lidiar contra la falta de patriotismo, la corrupción y
la deshonestidad; distribuye mal el ingreso nacional y puede hacer más ricos a
los ricos a costa de los pobres, etc.”.
En cambio, la administración
pública es totalmente distinta a lo planteado por los devotos del Mercado. La
política económica en el sentido amplio de la palabra es el conjunto de
estrategias y acciones que formulan los gobiernos para orientar, influir y/o
conducir la economía de los países, y como toda estrategia debe responder a un
plan global, esto es grandes objetivos y las distintas medidas que se deben
adoptar para cumplir con esos objetivos. No existe Estado sin fijar metas, que
son en sí misma la esencia del diseño del proceso de planificación de un
gobierno, ya que al orientar su gestión le permiten alcanzar sus objetivos. Son
parte también de la compleja inter relación de las políticas públicas como
instrumentos para alcanzar los fines.
En la teoría económica existen
dos grandes escuelas, la llamada neoclásica, liberal o marginalista que
determina la asignación de recursos por el mercado, y la keynesiana, que es una
apología y propuesta de intervención pública directa en materia de gasto,
poniendo en manos de las autoridades públicas, quienes son los que realmente
tienen medios y posibilidades de realizar un cálculo más racional y ajustado de
la eficiencia marginal del capital, las decisiones de inversión de la economía.
John M. Keynes (1883-1946) va a afirmar: “Por tanto, en condiciones de laissez
faire (mercado libre), quizá sea imposible evitar las fluctuaciones amplias en
la ocupación sin un cambio trascendental en la psicología de los mercados de
inversión, cambio que no hay razón para esperar que ocurra. En conclusión,
afirmo que el deber de ordenar el volumen actual de la inversión no puede
dejarse con garantías de seguridad en manos de los particulares”.
Y sin embargo los empresarios que
operan en nuestro país ganaron mucha plata por la ampliación del mercado local
y por los acuerdos con la región, la tasa de ganancia fue óptima, pero en lugar
de aumentar la oferta (y para ello la inversión), prefirieron aumentar los precios y fugar
capitales, porque nuestros sectores dominantes, del cual el actual Presidente
argentino es hijo, piensan en un país para ellos, que no limite sus ganancias,
y prefieren subordinarse al capital extranjero a que los negros de este país
tengan un mejor nivel de vida, que estudien y se capaciten, siempre tienen el
miedo de que se organicen y le disputen el poder, como le dijo Elbio Cohelo a
James Petra, y ahora acrecentado por el miedo a no poder competir, lo que
refuerza su lógica dependentista y subordinada al capital extranjero.
El modelo de negocios para pocos
y a costa de la producción y el trabajo, que se representa como el predominio
del capital financiero sobre el productivo, genera siempre el mismo
resultado. El profesor Joseph Stiglitz,
de la Universidad de Columbia (EEUU), refiriéndose a su país sostiene que el
uno por ciento (1%) de los
estadounidenses recibe casi una cuarta parte de la renta (ingreso) de la nación
cada año, y si se habla de riqueza en vez de renta, el uno por ciento (1%) de
la población detenta el 40 por ciento (40%) de la riqueza, mientras crece la
desocupación y la pobreza, fruto de que han ido trasladando la producción fuera
de los EEUU (disminuyendo año tras año la inversión en máquinas y equipos) y un
sistema financiero e impositivo que es funcional a la cada vez más desigual
distribución del ingreso.
El mismo Stiglitz sostiene
comparándolo con la caída de los emperadores romanos o los sátrapas persas (de
antes, de ahora y de siempre) que en su país el uno por ciento (1%) de la población tiene las mejores casas, la
mejor educación, los mejores médicos, y los mejores estilos de vida. Pero hay
una cosa que el dinero no parece haber comprado: el entendimiento de que su
destino está ligado a cómo vive el noventa y nueve por ciento (99%) restante de la población. A lo largo de
la historia, esto es algo que el uno por ciento (1%) aprende con el tiempo.
Demasiado tarde.
El modelo macrista genera un país
para pocos que copia lo peor de los países desarrollados, con fuerte caída del
PIB, lo que arrastra menor recaudación fiscal y que rompe el supuesto círculo
virtuoso entre las mayores exportaciones por la devaluación y quita de
retenciones, ante un país que decrece no invierte y fuga capitales.
Macri y los sectores dominantes
de la Argentina conforman una sociedad donde la marginación, la pobreza, la
ignorancia y el miedo, les permita a que ellos, que ven un mundo cada vez más
global, abierto e integrado, se subordinen y asocien como socios menores al
gran capital internacional y la sociedad se modele a su gusto y semejanza, eso
explica el “alegre” endeudamiento, la destrucción del sistema previsional para
beneficiar a una minoría a costa de la mayoría de los jubilados y pensionados
del país, la desprotección al mercado interno, las nuevas normas de
flexibilización laboral, el “blanqueo” de capitales, la extranjerización de la
tierra, etc. etc.
Pero el costo es una economía
concentrada, que le deja los principales resortes de la producción y
distribución a las grandes empresas (cada vez más extranjeras), que van a
crecer integrándose al resto de su cadena internacional, pero que va a excluir
por su propio accionar a la producción local, esencialmente las pymes y las
economías regionales, dado que van a invertir en los sectores más redituables
con que cuenta la Argentina.
Ese tipo de producción de enclave
implica crecimiento para el sector elegido que observando las empresas y
sectores referidos podemos apreciar cuales son, pero no hay respuesta de
consideración para el resto de las actividades, más allá de un limitado
multiplicador por la necesidad de trabajos e insumos locales.
Paralelamente, los salarios
estarán siempre compitiendo en moneda dura con los salarios de Brasil o de
México u otro país de la región que sea alternativa de inversión. Y solo pueden
crecer siempre y cuando no se incurra en déficit en la cuenta corriente, y para
ello se necesita que el precio de la soja y demás bienes primarios que vendemos
y el volumen vendido sea un porcentaje mayor que el crecimiento de las
importaciones, lo que genera un doble cerrojo al proceso de recuperación
salarial, conformado por: Primero que no supere el salario medio industrial de
Brasil ó México[28] (y otro u otros países alternativos en cuanto a inversión),
y segundo, que las exportaciones puedan pagar las crecientes importaciones por
el gusto de los sectores de mayores ingresos que quieren autos, embarcaciones,
whisky, jamón, perfumes, productos electrónicos importados y por la destrucción
de las industrias nacionales que se animaban a producirlos, más la lógica de
las grandes empresas trasnacionales que con su integración empresarial toman en
cuenta en segundo término las condiciones de desarrollo del país.
En este marco avizoramos una
sociedad en el futuro inmediato más dual, con un Estado más limitado para poder
apuntalar al resto de la economía y de la sociedad, con una clara concentración
en los mercados, con un sector que se le capacitará e invertirá en tecnología,
pero tanto la actividad como ese sector será determinado por grandes
empresarios, esencialmente extranjeros y subordinados al capital financiero.
Vemos también otra economía que
subsistirá en base al mercado interno, que ya no va a ser el centro del modelo
(como le fue durante el kirchnerismo originario), siempre y cuando no implique
crecimiento de significación de las importaciones (la restricción externa
perdurará y se profundizará), y fundamentalmente primará la lógica del capital
financiero donde la tasa de interés vuelve a ser determinante de la inversión,
del tipo de cambio, y de los salarios.
En síntesis, para ver la economía
que se viene en los próximos años, es una que le permite a las empresas
trasnacionales y grandes nacionales obtener una tasa de ganancia y una
valorización de sus activos en moneda dura, superior a la que venían teniendo
en el país y a la que impera en el mundo.
En ese marco no son muchos los sectores que se van a beneficiar con la
inversión, y si en cambio una parte importante del país y de la población
llevará adelante una economía de subsistencia, que nunca es digna.
[26] Y paradójicamente el ingreso
de capital financiero hace que se atrase sistemáticamente el valor del dólar,
que es superado por los precios y por la tasa de interés, lo que favorece la
compra de productos importados llegando
al ridiculez de comprar latas de granos de choclo de Francia, naranjas
de España, o frutilla de Polonia, lo que no solo compite deslealmente con
nuestra producción, sino que distorsiona todos los precios relativos y hace que
la cuenta de capital financie las importaciones y los intereses de la deuda
[27] Amén de que se toma la tasa
que pagan las LEBAC, como interés piso para los créditos.
[28] Que a agosto de 2016 en
promedio el salario del peón industrial de esos países es el 60% medido en
dólares, que en la Argentina.
FUENTE
REVISTA LA BARRACA
ARTICULO: "Una burguesía nacional rentista y subordinada al capitalismo internacional"
17/02/17
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